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“…Como arquitecto, pienso que uno no puede estar muy conforme con su trabajo si no intenta realizar cosas nuevas. (…)
Estoy contra el recurso de la metáfora o los simbolismos, porque suelen ser manipulaciones o asociaciones demasiado elaboradas que, en definitiva, no producen nuevas atmósferas o formas. En mi opinión, solo constituyen un hábito perezoso. (…)
- ¿Los lunares que caracterizan gran parte de tus proyectos como una suerte de firma personal?
- Yo no diría que son una firma, pero sin duda constituyen un efecto visual singular que de alguna manera me pertenece. La realidad es que, en un par de años, los lunares van a evolucionar hacia alguna otra figura o van a ser reemplazados por algún otro gesto. Estoy constantemente tratando de encontrar caminos para establecer relaciones entre la obra de arquitectura y la audiencia; en esos términos, mi “firma” sería el sentimiento o las emociones que los lunares producen, y no tanto la geometría del lunar en sí.
- ¿Considerás la idea de que tus proyectos pueden llegar a ser objetos permanentes en un entorno urbano?
- Sí, pero no me opondría si tuvieran una vida corta.”
(Diario de Arquitectura ARQ, Clarín – 15.12.2009. Pp. 17-19)